Proyecto HIJOS DE PASTOR
  La realidad de una vida de comunión con Dios
 

"La realidad de una vida de comunión con Dios"

Por: RPor: Rev. Gustavo Martínez, Presidente del Movimiento Misionero Mundial

“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, 1 Juan 1:5-7.

Oré por algunos meses para que el Señor me confirmara el lema de trabajo para este nuevo año y siempre que oraba Dios colocaba en mi corazón esta palabra hermosa: “Comunión”. Yo le decía al Señor que el año que pasó ha sido “Sinceridad” y esperamos que para este año Tú nos guíes. El Señor me hacía entender que sólo el que era sincero consigo mismo y con los demás lo era con Dios, y sólo el que es sincero con Dios puede tener comunión con Él.

La comunión con Dios tiene que producir consecuencias claras en la vida del creyente, no es posible que una persona diga haber tenido una experiencia con Él y esté en la misma condición; con sus mismos hábitos, costumbres. En 2 Pedro 1:4, la Palabra de Dios dice: “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

Esta participación le exige al creyente que se ajuste a la naturaleza divina producida por el Señor para vivir en santidad y en obediencia; quiere decir que cuando nosotros participamos de la naturaleza divina hay una exigencia de parte de Dios, esa naturaleza nos exige que nos ajustemos a vivir en santidad en obediencia para poder agradar al Señor. El que vive en comunión con Dios no puede vivir en tinieblas, es decir no puede practicar el pecado, en 1 Juan 3:9 dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.

Cuando una persona viene al Señor y comienza a caminar consigue conocimiento de la verdad, de la doctrina; su vida empieza a ajustarse a las demandas de Dios a través de su Palabra, eso quiere decir que yo no puedo ser como yo quiero, sino que me tengo que someter porque mi naturaleza es espiritual. La palabra de Dios dice en Romanos 8, que los que viven en la carne no se pueden someter, no pueden agradar a Dios; pero también dice que los que están en Cristo Jesús no viven según la carne, sino el Espíritu Santo.

La luz de Dios es la revelación de Él mismo. Dios es luz, entonces cuando hablamos de luz estamos hablando del Señor, porque Dios es claridad, limpieza, pureza, santidad; y eso es lo que Él anhela que cada uno de nosotros seamos santos. En cambio las tinieblas nos hablan de oscuridad, de engaño, falsedad, perversión, odio, antagonismo, rebelión, hipocresía, murmuración, inconformismo; eso quiere decir que las influencias y el poder de Satanás están en la vida de ese religioso, por eso el que se niega armonizar su vida con la de Dios, no puede decir que está en comunión con Dios, porque quiere vivir en tibieza y los tibios no tienen lugar en la presencia del Señor.

Hay gente que dice: “eso dice la Palabra pero yo no quiero ser extremista, yo no quiero ser tan fanático, no me gusta ser tan radial; a mí me gusta ir por la orilla, me gusta participar en todo lo que la vida me da”, esa persona no anda ni disfruta de la comunión con Dios.

¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión tiene la luz con las tinieblas? La respuesta es ninguna. El salmista dijo: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”. Que bueno cuando estamos juntos y en armonía, cuando todos queremos adorar al mismo Dios, allí envía Jehová bendición y vida eterna. Ustedes pueden ver que la iglesia primitiva se desarrolló bajo esa unidad espiritual, porque todos habían tenido un encuentro con Dios, habían nacido de nuevo, eran creyentes al ciento por ciento; y dice la Palabra de Dios que con gran poder predicaban y sanaban, tenían una unción extraordinaria; tal era la unción que si sus sombras tocaban a los enfermos, se sanaban inmediatamente.

Cuando estamos en comunión, en armonía, en unidad, tenemos voluntad para servir, para trabajar, para ir a predicar a otros campos, sin esperar nada a cambio; porque no es el reconocimiento humano ni el aplauso el motor que nos mueve a servir a Dios, es el amor a Él derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo. Para eso la Iglesia necesita estar unidad en propósito y en visión, como la Iglesia primitiva, ellos captaron la visión que había en los discípulos y los apoyaron.

Es necesario que estemos unidos en la acción, en esfuerzo, en visión. Yo creo que este año es de grandes cosas, es un año poderoso; pero necesitamos vivir en comunión, necesitamos que este lema se haga realidad, para que esta obra pueda avanzar. La Iglesia debe estar unida en la búsqueda de soluciones y podemos estar unidos si mantenemos la mirada en Cristo.

Cristo nos llama a la unidad, a la comunión con Él, con los hermanos y con aquellos que con corazón limpio buscan al Señor porque no todo el que diga ¡Señor! ¡Señor! entrará al reino de los cielos, no todo el que anda con una Biblia; el Señor dijo por los frutos los conoceréis. Esta es la hora de cerrar filas y de unirnos al Señor y decirle que estamos esperando cosas grandes en este año.

ev. Gustavo Martínez, Presidente del Movimiento Misionero Mundial

“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, 1 Juan 1:5-7.

Oré por algunos meses para que el Señor me confirmara el lema de trabajo para este nuevo año y siempre que oraba Dios colocaba en mi corazón esta palabra hermosa: “Comunión”. Yo le decía al Señor que el año que pasó ha sido “Sinceridad” y esperamos que para este año Tú nos guíes. El Señor me hacía entender que sólo el que era sincero consigo mismo y con los demás lo era con Dios, y sólo el que es sincero con Dios puede tener comunión con Él.

La comunión con Dios tiene que producir consecuencias claras en la vida del creyente, no es posible que una persona diga haber tenido una experiencia con Él y esté en la misma condición; con sus mismos hábitos, costumbres. En 2 Pedro 1:4, la Palabra de Dios dice: “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

Esta participación le exige al creyente que se ajuste a la naturaleza divina producida por el Señor para vivir en santidad y en obediencia; quiere decir que cuando nosotros participamos de la naturaleza divina hay una exigencia de parte de Dios, esa naturaleza nos exige que nos ajustemos a vivir en santidad en obediencia para poder agradar al Señor. El que vive en comunión con Dios no puede vivir en tinieblas, es decir no puede practicar el pecado, en 1 Juan 3:9 dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.

Cuando una persona viene al Señor y comienza a caminar consigue conocimiento de la verdad, de la doctrina; su vida empieza a ajustarse a las demandas de Dios a través de su Palabra, eso quiere decir que yo no puedo ser como yo quiero, sino que me tengo que someter porque mi naturaleza es espiritual. La palabra de Dios dice en Romanos 8, que los que viven en la carne no se pueden someter, no pueden agradar a Dios; pero también dice que los que están en Cristo Jesús no viven según la carne, sino el Espíritu Santo.

La luz de Dios es la revelación de Él mismo. Dios es luz, entonces cuando hablamos de luz estamos hablando del Señor, porque Dios es claridad, limpieza, pureza, santidad; y eso es lo que Él anhela que cada uno de nosotros seamos santos. En cambio las tinieblas nos hablan de oscuridad, de engaño, falsedad, perversión, odio, antagonismo, rebelión, hipocresía, murmuración, inconformismo; eso quiere decir que las influencias y el poder de Satanás están en la vida de ese religioso, por eso el que se niega armonizar su vida con la de Dios, no puede decir que está en comunión con Dios, porque quiere vivir en tibieza y los tibios no tienen lugar en la presencia del Señor.

Hay gente que dice: “eso dice la Palabra pero yo no quiero ser extremista, yo no quiero ser tan fanático, no me gusta ser tan radial; a mí me gusta ir por la orilla, me gusta participar en todo lo que la vida me da”, esa persona no anda ni disfruta de la comunión con Dios.

¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión tiene la luz con las tinieblas? La respuesta es ninguna. El salmista dijo: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”. Que bueno cuando estamos juntos y en armonía, cuando todos queremos adorar al mismo Dios, allí envía Jehová bendición y vida eterna. Ustedes pueden ver que la iglesia primitiva se desarrolló bajo esa unidad espiritual, porque todos habían tenido un encuentro con Dios, habían nacido de nuevo, eran creyentes al ciento por ciento; y dice la Palabra de Dios que con gran poder predicaban y sanaban, tenían una unción extraordinaria; tal era la unción que si sus sombras tocaban a los enfermos, se sanaban inmediatamente.

Cuando estamos en comunión, en armonía, en unidad, tenemos voluntad para servir, para trabajar, para ir a predicar a otros campos, sin esperar nada a cambio; porque no es el reconocimiento humano ni el aplauso el motor que nos mueve a servir a Dios, es el amor a Él derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo. Para eso la Iglesia necesita estar unidad en propósito y en visión, como la Iglesia primitiva, ellos captaron la visión que había en los discípulos y los apoyaron.

Es necesario que estemos unidos en la acción, en esfuerzo, en visión. Yo creo que este año es de grandes cosas, es un año poderoso; pero necesitamos vivir en comunión, necesitamos que este lema se haga realidad, para que esta obra pueda avanzar. La Iglesia debe estar unida en la búsqueda de soluciones y podemos estar unidos si mantenemos la mirada en Cristo.

Cristo nos llama a la unidad, a la comunión con Él, con los hermanos y con aquellos que con corazón limpio buscan al Señor porque no todo el que diga ¡Señor! ¡Señor! entrará al reino de los cielos, no todo el que anda con una Biblia; el Señor dijo por los frutos los conoceréis. Esta es la hora de cerrar filas y de unirnos al Señor y decirle que estamos esperando cosas grandes en este año.

 
 
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